¡Conversando llegamos al más allá!
Siempre me ha gustado conversar. Disfruto los diálogos y me encantan los debates. Algunos coincidirán conmigo en afirmar ¡cuán agradable es encontrarse con una buena conversadora o un buen conversador! Tanto en mi familia materna como en la paterna todos somos conversadores, hablamos sin parar y al mismo tiempo, aunque con diferentes grados de intensidad.
En la época de mis abuelos nos reuníamos todos en su finca y durante las comidas lo usual era que mantuviéramos un mínimo de tres conversaciones simultáneas sobre temas como fútbol, política, tragedias y chismes de conocidos; también las había más densas como espiritualidad y crecimiento personal. Sin afán de logro alguno todas nos servían de sobremesa. El hecho de que tuviéramos periodistas, militares, empresarios, contadores, amas de casa, médicos, pintores, músicos y sobre todo psicólogos, agregaba diversidad a las conversaciones. Por mi parte las que más disfruté eran los relatos sobre nuestros antepasados e historias familiares.
En el colegio disfrutaba la clase de historia y geografía, más por los relatos y anécdotas, que por la inútil presión por memorizar fechas y capitales. En este mismo tiempo, mi mejor amigo del colegio provenía de una numerosa familia paisa de Medellín, Colombia, y cuando se reunían las conversaciones resultaban interesantísimas, animadas, llenas de fascinantes relatos y de anécdotas. Asistí algunas veces sólo por el placer de oír tan buenos conversadores que combinaban simpatía, inteligencia e historias en forma tal que me era fácil aprender, recordar, divertirme y posteriormente poder replicarles. Guardo un grato recuerdo de mi amigo y su familia.
A lo largo de más de 50.000 año los homo sapiens nos hemos desarrollado, entre otros factores, gracias a nuestra capacidad para comunicarnos de forma sofisticada. Hoy en día existen más de 7.097 diferentes idiomas y tan solo 23 son utilizados por dos tercios de la población mundial. Podemos comunicarnos literalmente en cualquiera de ellos, gracias a la tecnología, y aún así es paradójico que como humanidad aún tengamos bastantes retos por resolver. Para examinar esta paradoja entremos en las organizaciones y en el trabajo mismo, pues es allí donde pasamos la mayor parte de nuestro de tiempo, conversando y en algunos casos sin poder resolver nuestros desafíos.
Después de años en el mundo corporativo en diferentes sectores industriales, desde consultoría, comercio, hasta venta directa, pasando por industria y agro, he conocido y trabajado literalmente con miles de personas y lo más importante he podido conversar con ellas. Hoy pienso y han sido millares de horas bien invertidas en conversaciones maravillosas, creativas, positivas, envidiosas, acaloradas, exuberantes, profundas, delirantes, grupales, individuales y a veces una que otra chismosa y destructiva. Sin embargo, todas han contribuido a la creación de nuevas realidades.
Conversar es el hilo conductor de cualquier trabajo y el centro del proceso organizacional. Es la forma de relacionarnos, de conseguir lo que deseamos, de influenciar, de liderar, de dar nuestra opinión, de entender un problema, de profundizar, de compartir ideas, de crear un visión futura y sobre todo de aprender colectivamente. En el libro Dialogue; The Art of Thinking Together, de William Isaacs nos dice: «Lo que hacemos en privado impacta en cómo actuamos en público. Como pensamos, afecta el como hablamos. Y como hablamos definitivamente determina nuestra efectividad. De hecho, podría decirse que todos los grandes fracasos en la vida práctica y profesional derivan de fallas paralelas en este dominio único de conversar. Los problemas que incluso las organizaciones más prácticas tienen -en mejorar su desempeño y obtener los resultados que desean- se pueden rastrear directamente a su incapacidad para pensar y conversar juntos, particularmente en momentos críticos «.
Hace un poco más de una década mi trabajo en una multinacional de protección de cultivos y semillas me brindó la maravillosa oportunidad de interactuar con una compañía inglesa de consultoría, experta en innovación llamada Nowhere https://www.now-here.com/ cuyo fin era el de crear espacios adecuados para tener conversaciones poderosas.
Dos semanas después de haber comenzado en aquella multinacional recibí la invitación de su presidente, una persona sobresaliente por su calidad humana, simpatía personal y buena conversación, que quería reunirse conmigo para hablarme sobre la cultura de la organización. El mensaje que recibí hacía énfasis en que la reunión duraría dos horas, lo que me hizo asumir que habría más personas.
Cuando llegué a su oficina me asombró que solamente fuéramos los dos y más aún que la reunión tuviera lugar en la “sala” de su oficina, sin la necesidad de un escritorio y un computador. Comenzó preguntándome por mis primeras impresiones del negocio y por mi equipo de trabajo. Se mostró especialmente interesado en saber cómo me había sentido durante mis primeros días en la empresa y también en el proceso de adaptación de mi familia a la ciudad. Me hizo preguntas de carácter personal en forma pausada, genuina y muy bogotana, tratando de encontrar todos los posibles contactos y relaciones que teníamos en común.
Luego introdujo el objetivo de nuestra conversación; -Juancho, quiero contarle una historia, la cual le ayudará a entender nuestra cultura y el por qué hacemos lo que hacemos. Para mi como presidente es quizás la responsabilidad más grande que tengo: Transmitirles la cultura a través de mi comportamiento y contándoles historias que la evidencien.- Después afirmó que quizás ése sería uno de los momentos más importantes de mi futuro profesional. No se equivocó. La nuestra había sido una Conversación Poderosa, en el espacio perfecto y esa práctica demostración facilitó mi comprensión del tema y de sus innumerables ventajas.
Desde mi rol en Recursos Humanos trabajamos hombro a hombro con Nowhere y de esa forma observé directamente el poder de los espacios y de las conversaciones en la resolución de problemas presentes y futuros de cualquier negocio. Para hacer un plan estratégico, liderar la transformación, dictar una clase, diseñar un nuevo producto, negociar con un sindicato, conducir procesos de innovación, etc., las conversaciones son el mejor vehículo para co-crear, utilizando la inteligencia colectiva del equipo.
¿Qué es una Conversación Poderosa y un Espacio Perfecto?
Una Conversación Poderosa sigue siempre el mismo patrón:
- Como primer paso hay que conocernos desde el aspecto personal para poder seguir con otros temas. Cada vez que superamos el tema personal generamos confianza, en especial si existe alguna vulnerabilidad o secreto. Al contrario de la creencia organizacional, donde no involucrarnos en lo personal nos permite ser más objetivos, la cercanía nos permite co-crear, ser honestos y generar mejor desempeño.
- Segundo, hay que buscar puntos en común o relaciones que nos unan. Cada vez que encontramos gustos o intereses compartidos las conversaciones fluyen mejor y como consecuencia lo que se produce juntos es sustancialmente mejor. ¿Con quién cree ud que generará mejores ideas para un problema, con un desconocido o con alguien con el cual ud se siente cercano, cómodo y confía en el o ella?
- Tercero, debe existir un tema especifico a conversar y poner a todos los involucrados en contexto para acelerar el proceso de su contribución. Cuan más claro se encuentre el objetivo de la conversación y el contexto, mejor el resultado de la misma.
- Cuarto y el más importante, hay que dejar fluir la conversación con algo de caos. Que se pierda el control para explorar caminos, casi al punto de que la mayoría se pregunte: ¿por qué estamos hablando de esto? E incluso que sientan que están perdiendo el tiempo. Esta habilidad de dejar fluir y mantener una conversación la llama Nowhere, contener un espacio.
- Quinto, después de divagar un rato hay que comenzar a profundizar construyendo sobre todas y cada idea aportada, con el objetivo de no descartar ninguna, y al mismo tiempo profundizar. Este paso es fundamental para lograr llegar a un lugar no común, estratégico, creativo y original.
- Sexto y último paso, hay que concluir cerrando las ideas con acuerdos y ojalá con aprendizaje para todos. Con el tiempo las conversaciones harán que los equipos y las personas se desarrollen.
El espacio es tan importante como la conversación misma, pues corresponde al lugar físico donde se practica el arte de conversar. Crear un espacio requiere diseño y planeación hasta el último detalle. Cuando vamos a dar una fiesta en casa procuramos que todo alrededor se vea perfecto y con frecuencia terminamos conversando en la cocina felices. ¿Dónde se dan mejores conversaciones si no es al lado de la comida o alrededor de un café?
Para potenciar los flujos de las conversaciones he probado varias formas, concluyendo que lo más deseable es:
- Trabajar en círculos, sin ningún elemento en el centro. Eso agrega sentido de igualdad, hace que la comunicación fluya y que todos tengan un rol protagónico en la reunión.
- Contar a la mano con comida y algo de beber nos permite ponernos de pie sin perder el hilo de la conversación.
- Cuadernos, lápices, papelógrafos para tomar apuntes nos ayudan a concentrar evitándonos el estrés de olvidar ideas y pensamientos. Además estimula la generación de nuevas ideas.
El arte de conversar juntos nos hace mejores.
En épocas lejanas el conocimiento se transmitió de generación en generación, conversando. Hoy en día es cada vez más frecuente escuchar emprendedores y grandes organizaciones narrando cómo todo comenzó mientras conversaban en un lugar imprevisto.
La multinacional donde conocí al emblemático presidente, con ventas anuales alrededor de US$ 9 billones, se re-inventó en medio de la naturaleza, conversando en círculos, creando espacios, dejando fluir un poco de caos y, siguiendo los seis pasos anteriormente descritos. Cuando fue adquirida por un fondo de inversión asiático éste respetó por completo esa forma de auto-gestión.
Años después tuve la oportunidad de formar parte de la segunda empresa latino americana de venta directa y comprobé que su imparable crecimiento se debe a que la mayoría de sus colaboradores llevan el arte de conversar en su ADN. Comenzando desde su CEO y el hecho que el 70% del personal y el 99% de su fuerza de ventas es femenino, conversar es parte de la cultura. Nada extraño es entrar a una reunión y socializar por unos 15 minutos, después trabajar, detenerse a conversar un poco más, finalizar el objetivo de la reunión y conversar otro poco. Salir a campo en ese negocio, implica conversar con mujeres toda la jornada y a través de esa conversación lograr que superen a ellas mismas y crezcan. cada 3 semanas se reúnen cerca de 850.000 mujeres a conversar y crear nuevas realidades. Bastó con un par de ajustes para que sus conversaciones fueran aún más productivas.
Muy por el contrario, cuando las organizaciones cierran los espacios de conversación y de interacción e incluyo los gobiernos autoritarios, terminan por crear sistemas paquidérmicos, encriptados en pocas ideas y, peor aún, desaprovechan la capacidad humana para expresar pensamientos e ideas que plantean un mejor futuro de crecimiento.
Las preguntas como herramienta para crear nuevas realidades.
Para generar buenas conversaciones que transformen nuestras vidas familiares y profesionales es necesario saber hacer preguntas de calidad.
Tengamos en cuenta que cada vez que hacemos preguntas se generan respuestas. Si la pregunta es básica la respuesta será básica y viceversa. Nuestra habilidad para preguntar es fundamental y la capacidad de un equipo para habituarse a hacer buenas preguntas es estratégico en cualquier organización. Quizás no exagero diciendo que puede ser una ventaja competitiva. Sergio Siman, el emblemático CMO de Coca Cola, en su libro The Ultimate Question, deja ver la importancia de este tema para generar diferenciación en los mercados y en nuestros clientes.
Si al regresar nuestros hijos del colegio tan sólo le preguntamos: ¿cómo te fue?, ¿qué tal estuvo tu día?, nos exponemos a recibir respuestas simples y cortas.
En los últimos días he ensayado hacerles las siguientes preguntas a mis hijos, cuando los recojo en el colegio y se abre un universo de conversaciones. Los invito a ensayarlas para comprobar si la misma conversación cambia: ¿Con quién jugaste hoy en el recreo?, ¿Qué fue lo que más te gusto de la clase de historia de hoy?, ¿Cómo te sientes con las tareas que te dejan en el colegio?, ¿Cómo te sientes cuándo estas pintando/jugando/leyendo? ¿Qué aprendiste hoy de la pelea que tuviste con tu amigo? ¿Qué es lo que no te gusta de la clase de música?
Las Preguntas Poderosas nos llevan a pensar, profundizar y crear nuevas realidades. ¿Por qué tenemos que hacer esto siempre de la misma forma?; ¿Cómo lograremos ser los mejores en nuestro negocio?; ¿Qué sabemos de nuestros competidores que ellos no sepan de si mismos?; ¿Qué no hemos visto que ellos ya vieron?; ¿Si todos poseemos los mismos estudios de mercado, qué debemos descubrir que ellos no han visto?; ¿Cómo queremos ser recordados cuando dejemos nuestro actual empleo?, ¿Cuál es el propósito superior de nuestro negocio?; ¿Qué significan nuestros clientes? Hay un libro que sigo utilizando constantemente que se llama The Way of Nowhere: Eight Questions to Release Our Creative Potential, Nick Udall y Nic Turner, para lograr sofisticar mi forma de hacer preguntas y generar mejores conversaciones. Disfruto cuando alguien me hace una buena pregunta y disfruto aún más hacerlas.
La combinación de espacios, conversaciones y preguntas poderosas me ha demostrado que es posible crear nuevas realidades, innovar, crecer negocios y sobre todo aprender colectivamente. Los invito a práctica algunas de estás técnicas y disfrutar la experiencia de ser más a través de conversaciones colectivas.